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Me siento agobiado. Noto que me va faltando el aire, que el corazón se me sale del pecho. Empiezo a sudar y no sé si tengo frío o calor. Me encuentro mal pero no sé por qué. Parece que no puedo controlar mi cuerpo, mi cabeza no para de dar vueltas. Este nerviosismo ya es continuo y siento que me desborda.

¿Qué es la ansiedad?


Es muy frecuente sentir inquietud o nervios de forma prácticamente diaria. Llegar tarde, estar en un atasco, una entrevista laboral, tener una cita o tener la agenda llena de tareas pendientes puede ser motivo de agobio para cualquiera. Sin embargo la ansiedad se caracteriza por ser desmesurada y superar nuestra capacidad de manejarla.

La ansiedad en origen era activación a nivel físico y psicológico para afrontar las tensiones del día. En este punto podemos asemejar la respuesta fisiológica a la del miedo. Un estímulo concreto nos genera miedo y nuestro cuerpo se tensa y activa para responder a esa amenaza. El problema es que el estímulo que genera ansiedad es menos concreto y que esta se mantiene incluso cuando ya no existe motivo para ello.

La ansiedad es, por tanto, una experiencia universal y generalizada. Entonces, ¿cómo sé si debo consultar con un profesional por mi ansiedad? La respuesta es sencilla: cuando el malestar es demasiado fuerte, ya sea por intensidad o por el tiempo que se mantiene. La ansiedad llega a ser muy limitante, nos impide pensar con claridad, nos hace renunciar a planes o sentirnos enfermos.

Si sientes que tu ansiedad te limita o te hace sufrir en exceso podemos estar ante un trastorno de ansiedad que requiere la intervención de un profesional.

¿Qué síntomas tiene la ansiedad?


La ansiedad se manifiesta de tres maneras distintas: a nivel fisiológico, cognitivo (de pensamiento) y motor (acciones).

  • A nivel fisiológico nuestro cuerpo responde. Puede aparecer sudoración, palpitaciones, taquicardia, temblores, rigidez muscular, dolor de cabeza tensional, insomnio, náuseas, sensación de nudo en el estómago, cansancio o mareos..
  • A nivel cognitivo la cabeza se acelera. Aparecen pensamientos catastrofistas, ideas aceleradas, confusión, dificultad de concentración, problemas de memoria, preocupación excesiva y dificultad para tomar decisiones.
  • A nivel motor puede haber movimiento excesivo, generalizado o de partes del cuerpo independientes como las manos o las piernas. Puede mantenerse un estado de alerta permanente o, si la ansiedad perdura mucho tiempo, la incapacidad de reacción y la sensación de parálisis. Pueden darse conductas de descarga como fumar, comer o beber en exceso.

La ansiedad se identifica por generar agobio, angustia, sensación de falta de control, incertidumbre, inquietud, sensación de extrañeza, irritabilidad y miedo.

Trastornos de ansiedad


Hay distintos trastornos de ansiedad, cada uno con sus características propias. Hemos querido ampliar la información de alguno de ellos explicándolos en un artículo propio.

Trastorno obsesivo compulsivo (por sus siglas, TOC): se caracteriza por la presencia de pensamientos recurrentes e invasivos (obsesiones) y por los rituales compulsivos que la persona realiza para calmar la desbordante ansiedad.

Fobias específicas o sociales: la fobia se caracteriza por un miedo irracional y desmesurado por un objeto o situación específica que a otras personas no le genera esa ansiedad. Por eso, cualquier situación u objeto, aparentemente inocuo, es susceptible de convertirse en objeto fóbico. Descubre más sobre las fobias específicas y sobre la ansiedad social.

Trastorno de estrés postraumático (TEPT, por sus siglas): un trauma psicológico es un exceso de intensidad emocional que, en un momento dado, rompe el funcionamiento psíquico de la persona. Este trastorno se puede manifestar tras el trauma o, cuando no se ha identificado como tal, mucho tiempo después.

Ataques de pánico o crisis de angustia: se caracterizan por una aparición repentina de sentimientos muy intensos de pánico sin un detonante concreto. Se disparan de forma súbita muchos de los síntomas anteriormente mencionados. Los ataques son inesperados e incontrolables y, generalmente, la incertidumbre de no saber cuándo puede aparecer otra crisis genera mucho miedo y puede llevar a la persona a limitar sus actividades habituales.

Trastorno de ansiedad generalizada: este diagnóstico se valora cuando la ansiedad se ha extendido a la gran mayoría de los ámbitos de una persona, a sus actividades cotidianas. Las causas de la ansiedad se diluyen y ya se vive en un estado de constante preocupación. La presencia constante de síntomas supone una importante merma en la calidad de vida de la persona, en sus relaciones y en su autoestima.

Causas de la ansiedad


No se puede hablar de causas concretas que expliquen por qué un mecanismo en origen necesario y defensivo sobrepasa ciertos límites y se convierte en un problema para la salud mental y física de la persona. Sin embargo, se conocen diversos factores implicados en el origen y mantenimiento de la ansiedad como trastorno:

  • Factores predisponentes: variables hereditarias o biológicas que nos hacen más susceptibles a padecer problemas de ansiedad. Entre estos factores se consideran también algunos referidos a la personalidad, la historia del individuo condicionada por la biología y el aprendizaje y su forma de apego predominante.
  • Factores mantenedores de la ansiedad. En el momento en que la ansiedad se manifiesta como trastorno propicia la aparición de problemas de salud que previamente no existían. Tener mala salud genera por sí mismo un estado de alerta que aumenta y a la vez mantiene la ansiedad.
  • Estrategias de huída o soluciones fallidas que se ponen en marcha cuando aparece la ansiedad y que solo consiguen su incremento y perpetuación.

En resumen, son muchos los factores personales (nuestra historia, estilos de afrontamiento, herencias biológicas, etc.) que nos pueden llevar a desarrollar un problema de ansiedad. Además, una vez que ha aparecido se suele mantener por sí mismo.

“La ansiedad siempre genera más ansiedad”

 

Consecuencias de la ansiedad


La ansiedad puede llegar a ser incapacitante. Es un síntoma que genera un importante malestar físico (problemas digestivos, dolores de cabeza, insomnio, etc.), que supone más preocupación.

Generalmente suele condicionar a la persona, que cambia comportamientos habituales con el objetivo de evitar ansiedad.

Los problemas de atención y concentración pueden tener consecuencias a nivel académico/laboral. Por otra parte, la irritabilidad, los cambios de planes a última hora, el nerviosismo generalizado suele afectar al ámbito familiar, personal y social.

El malestar que genera la ansiedad tiene un efecto aislante de todo lo que nos rodea y, de un modo u otro, acaba afectando a todas las áreas y limitándolas en distintas medidas. Esto supone una importante disminución del bienestar y la calidad de vida de la persona.

Objetivos del tratamiento de la ansiedad


Es fundamental comprender qué nos ha llevado a esta situación y qué factores mantienen que la ansiedad siga apareciendo. Hemos de comprender qué función cumple este síntoma en nuestro momento vital para, de ese modo, empezar a trabajarlo.

Paralelamente a este trabajo se han de desarrollar estrategias nuevas de afrontamiento y dotar de herramientas para superar con éxito las futuras crisis que pueda haber.

El tratamiento dependerá mucho de los trastornos asociados a la ansiedad, el tiempo de duración del problema y la dimensión de las consecuencias generadas.

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